Reseña por Yo Leo Comics

¿Se imaginan que por cada acto de maldad que el humano comete está brindándole fuerza a un mal mayor? A un mal tan desconocido como el mismo horizonte de la oscuridad. Yo no lo imaginaba, pero conocí a alguien que sí lo imaginó, lo imaginó de tal manera que fue capaz de retratarlo. Ese retrato, jóvenes, lleva por nombre “La Grieta”, y espero que después de estas palabras esta fisura no crezca más… o estaremos todos condenados.

Este cómic marca el debut en solitario de Christian Luco, co-autor de “El modelo de Pickman” (2009) y del libro ilustrado “Las aventuras de Lord Cochrane” (En vías de publicación para el 2018). Esta historia marca, al mismo tiempo, el punto de inflexión en la manera de narrar y transmitir el vértigo del terror, ya que no sabrán si lograrán doblar la esquina, ni menos lo que los aguardará tras ella.

Luego de años de aventurarme en el universo del cómic y la narrativa gráfica he logrado asumir ciertas máximas que, para mí, funcionan como una regla absoluta. Una de aquellas es que cualquier persona que tenga la valentía de escribir, ilustrar y diagramar su propia historia se merece mi absoluto respeto por el solo hecho de atreverse, y si esa empresa culmina con un resultado como el que tengo en mis manos en este momento es porque estamos hablando de talento en toda su expresión.

La Grieta se alza como un viaje sin retorno hasta los confines de lo inexplicable, pero que ante tanta sorpresa nos permite apreciar parajes conocidos: nos transporta desde la esencia del noir como género literario en donde apunta al mundo profesional del crimen, como postuló Raymond Chandler en el año 1950 en “El arte de matar”, ensayo que desglosa las características del nuevo género policial que comenzaría a marcar tendencia. También recorre los campos más clásicos y oscuros del terror en la literatura, volviendo a sembrar la duda de si realmente nos enfrentamos a fantasías o a algo que realmente vive entre nosotros. Finalmente el viaje frena su andar ante la tradición histórica que reconoce el concepto de maldad como una carencia ética, un comportamiento sociológico o una disyuntiva filosófica.

El punto más fuerte en esta historia es, sin duda, su narración. Con un lenguaje que fluctúa entre lo cosmopolita y lo local nos vemos inmerso en un guión que no queremos dejar de leer. En sus más de noventa páginas no existen vacíos argumentales ni temáticos. Solo existe una grieta, la cual es más real de lo que somos capaces de asumir.
Finalmente, luego de todo lo señalado, me quiero detener en el hecho de que todas estas palabras nacen a partir del deleite y la sorpresa que sentí al leer esta historia. Christian confió en nosotros como medio ofreciéndonos su trabajo de manera desinteresada; yo acepté su invitación muy agradecido, ya que siempre mi postura ha sido potenciar el cómic en todo su potencial. Lo que no estaba en mis planes era haberme encontrado con un artefacto tan dedicado y profesional que me dejara con esa angustia de querer leer más, pero a la vez con un dejo de, ya que no sé si estoy preparado para asumir que todos somos donadores de maldad.

Weatherman.